“Pájaros de papel”
Aquí estamos de nuevo, una semana más, puntuales con nuestra cita para sacar El Tranvía de cocheras y pasearlo por las ondas de Radio Villalba. Para este trayecto os proponemos un viaje por el mundo de la fotografía, con este motivo hemos invitado a Tato Olivas, fotógrafo salmantino afincado en Sevilla, a coger este Tranvía para presentarnos un trabajo maravilloso que acaba de sacar a la luz y que lleva por título “Pájaros de papel”. Este poemario visual lleva un prólogo del músico y compositor Kiko Veneno que dice así:
“El mundo se puede ver desde varios puntos de vista. Si perteneces a la minoría que se está enriqueciendo, tu visión será más católica, lo entiendo. El vagabundo, el indigente, el cartonero, en cambio, lo ve todo a ras de suelo, sin peanas ni pedestales. Es una forma de vivir al mínimo, la actitud máxima de resistencia ante el consumo y la publicidad. Todo lo de la sociedad del bienestar y la actitud rockera esta gente se lo pasan por el forro.
Fotos del libro "Pájaros de papel" de Tato Olivas
Por la calle hay signos, imágenes, huellas. Hay suelos de cartón que son la casa de los que no quieren hacer nada, sólo ver pasar la vida que se quema como un cigarro entre los dedos, sin más. Vivo luego existo, y no tanto pensar, como dice la filosofía académica. Y eso es lo que hay, al fondo a la izquierda, al fondo a la derecha, al fondo del fondo los que no tienen fondos, a ver quién tiene más fondo.
Con dos dedos se hace el signo de la victoria, también puede ser de bifurcación. ¿A dónde va nuestra vida, entre el índice y el corazón?
Estar desvalido, que los demás no te valoren, es muy propio del ser humano. Y si sólo se va a salvar el que pueda, los desvalidos se salvan en nuestras calles. Simplemente nos miran, nos ven pasar, pensar, rumiar, mientras se quitan con la manga los hilillos de huevo duro de las comisuras de los labios.
Fotos del libro "Pájaros de papel" de Tato Olivas
Nosotros miramos los escaparates y nos vemos reflejados entre el tránsito y las luces de la ciudad. Ellos nos miran a nosotros y ven reflejos de su propia vida, reflejos fugaces, desdibujados, que, como los nuestros, no pueden dominar. Así es nuestra mirada, nuestro saber, un simple cristal transparente que lo deja todo ver, y nuestro reflejo mirando también.
Cuerpos macerados por la soledad y la desolación, labios que se agitan y mascullan en el centro del torbellino, ojos inflamados por la desidia y el abandono, fuera de todo cuplé, fuera de toda esperanza. Caras que no piden compasión ni amor sincero, que parecen estar ahí para que todos veamos de qué estamos hechos y deshechos, a donde podemos llegar a parar en nuestra insaciable carrera por no ser nada, tan sólo números, objetos, items.
Los rechazados rechazan a los rechazadores, se cierra el círculo, no hay salida. Bueno sí, hay una pequeña puerta de cristal, y esa es la que abre Tato Olivas: poner humanidad en nuestra mirada, rodear el círculo de incomprensión con otro de verdad y de acercamiento, más allá de la compasión y la estética. Entre las luces de la ciudad y los signos de la historia. Entre nuestras propias luces y las señales de lo que estamos haciendo”
Kiko Veneno
Fotos del libro "Pájaros de papel" de Tato Olivas
Tato Olivas, José Antonio Olivas Sánchez-Vizcaíno, lleva toda la vida en el mundo de la imagen con todo un elenco de trabajos y exposiciones a sus espaldas. Vamos a contaros una anécdota que le ocurrió con el maestro John Berger, bueno, mejor dejamos que lo cuente el maestro:
“SIEMPRE HAY DEMASIADAS COSAS en mi mesa de trabajo, siempre demasiados papeles. El otro día, al fondo de la pila me topé con una postal que me había enviado una amiga desde España unos dos meses antes. Se trataba de una postal con la foto en blanco y negro de una bailarina de flamenco, tomada por el fotógrafo español Tato Olivas, famoso por sus retratos de bailarines.
Cuando me crucé con esta imagen sentí que algo se disparaba en mi memoria, que no había notado cuando vi la postal por primera vez. Y algo se hizo claro.
La foto de la joven a punto de bailar me recordó un dibujo de un iris que yo hice. Un iris de una serie que dibujé unos dos años atrás. Busqué el dibujo y luego lo comparé con la foto.
Es cierto que tienen algo en común, una equivalencia, una rima, entre la geometría del cuerpo atento de la bailarina y la geometría de la flor que se abre. Tienen por supuesto rasgos diferentes, pero sus energías y el modo en que éstas se expresan en formas, gestos y movimientos sobre la superficie de cada una de las imágenes riman, son semejantes.
Escaneé ambas imágenes y las puse juntas para hacer un díptico que luego envié con una carta al fotógrafo Tato Olivas.
Me respondió diciendo que había hecho la foto veinte años antes, en la famosa escuela madrileña de Flamenco llamada Amor de Dios. Ahora está cerrada. Nunca volvió a toparse con la bailarina y no sabía su nombre.
Añadió que la “coincidencia” de las dos imágenes lo había hecho pensar en otra foto que era todavía más cercana al dibujo del iris. Una foto de la legendaria bailarina Sara Baras cuando era joven. Me envió una impresión de la misma y no podía creer lo que veían mis ojos.
La bailarina y el iris eran como gemelas, excepto que una era mujer y la otra una planta. Uno podría asumir de inmediato que el fotógrafo o él se esforzaron en intentar “igualar” la otra imagen. Pero no es el caso. Las dos imágenes nunca habían estado juntas hasta ahora.
La semejanza entre ellas es innata (cual si fuera genética, lo que en el sentido normal no puede ser). La energía del baile flamenco y la energía de una flor que se abre parecen, sin embargo, obedecer a la misma fórmula dinámica; tienen el mismo pulso pese a sus muy diferentes escalas temporales. Rítmicamente se acompañan una a la otra; aunque en términos evolutivos estén a eones de distancia.
“Con expresiones que son madres de la danza de todos los tiempos.””
John Berger
El apartado musical lo queremos dedicar a un personaje del que este pasado siete de abril se cumplía veinte años de su muerte, Lee Brilleaux. Moría dos días después que Kurt Cobain, por lo que su muerte quedó eclipsada, pero cuando Lee Brilleaux perdió su batalla contra el cáncer el 7 de Abril de 1994, el mundo de la música perdió a su vez a uno de sus más carismáticos y auténticos intérpretes. Un potente espectáculo en vivo durante más de tres décadas, los Dr. Feelgood conLee Brilleaux a la cabeza, fueron una entre un puñado de bandas que prosperaron tanto en la explosión del blues británico como en la era del punk. Formados en el año 1971 en la británica Isla de Canvey, cuando Lee Brilleaux y el guitarrista Wilko Johnson (nacido John Wilkinson) se conocieron tocando en bandas amateurs. A la pareja se unirían John B. Sparks (bajo) y el batería John Martin, el legendario “Big Figure”. Esta fue la formación original de Dr. Feelgood, que comenzó a funcionar y a tocar en los circuitos pub-rock de Londres.
Wilco Johnson, a la izda., y Lee Brilleaux
Tras sus dos primeros discos que pasaron con unas ventas respetables, Down By The Jetty y Malpractice, ambos de 1975, al año siguiente sacaron su disco Stupidity, un directo en el que se capturaba la sudorosa experiencia de sus anárquicos conciertos. Este disco les elevaría a Número 1 en las listas británicas. Su declaración anti-moda, todos con el pelo corto y con chaquetas sobrias y sin adornos, y la forma de tocar de Wilko, combinando la guitarra rítmica y solista con agresivos y desafiantes enfrentamientos al público y la desgarrada voz y armónica de Lee, junto con su rítmico manejo sexual del micrófono, todo ello contenido dentro del potente sonido con el que John y Big Figure embadurnaban los clásicos temas y versiones de la banda, hicieron de Dr. Feelgood unos reyes del Rhythm’n'Blues. Esta manera de vivir y de tocar influenció a muchos músicos de la época, entre los que podríamos mencionar a The Clash.
El año 1977, durante la grabación del álbum Sneakin’ Suspicion, surgieron diferencias en el seno de la banda, lo que llevó a la ruptura un tanto brusca del resto de la banda con Wilko Johnson. Teniendo en cuenta que Wilko era el único compositor de temas de éxito de la banda, la separación era un riesgo que podía significar la desaparición del grupo, pero no fue así, y la tozudez de Brilleaux en la búsqueda de nuevo guitarra y la contratación final de Gypie Mayo (John Cawthra) como recambio de Wilko, dió la oportunidad de cambiar el sonido de la banda, dándole un toque más pulido y comercial. Hasta la muerte de Lee en 1994, Dr Feelgood siguieron haciendo Rock’n'roll y Rhythm’n'Blues con distintas formaciones y diferentes guitarristas, cambios en el bajo y batería.
Dr. Feelgood
Como veis, un trayecto completo del que podréis disfrutar si cogéis El Tranvía que recorrerá las ondas de Radio Villalba, el próximo domingo día 13 de abril entre las 19:30 y las 20:30, sintonizando el 107.4 FM, si te encuentras en la Sierra Norte madrileña, o, simultáneamente, entrando en nuestro Blog, a través de nuestro BOX donde todos los domingos subimos nuestros viajes.
¡¡¡Saludos hertzianos y República!!!
¡¡¡¡VIVA LA REPÚBLICA!!!